O mi pecho se hace más grande o mi corazón se atrofia. No puede ser que un latido tenga que recorrer cientos de kilómetros, y vuelva a mí jadeando, cansado.
Mi pecho se siente cansado.
Hubo alguna época, con una buena demanda de latidos.
Esos latidos novatos. A veces me visitan, son casi imperceptibles. Cuando los reconozco, paso tanto tiempo tratando de guardarlos dentro de mí, y recordarlos, que ya pasaron.
Los mejores latidos, son aquellos que vienen acompañados de música. Parece que quieren ser parte de una canción.
Qué señal tan inconfundible de la vida.
Pero mis latidos favoritos, (no puedo evitarlo), no son míos. Y la mejor parte, es que hay que estar muy, muy cerca de ti, para poder escucharlos.